viaje a Andalucía

Me fui de vacaciones. Estuve en Valencia, Sevilla, Granada y Córdoba. En Valencia conocí a los de la editorial Pre-Textos, finísimas personas. El editor me dijo que su literatura latinoamericana preferida era la peruana. De César Vallejo a José Watanabe, la peruana. También vi los edificios increíbles de Calatrava, los edificios acuáticos, irreverentes, ingrávidos de Calatrava. Insisto en que su arquitectura antepone (impone) el ego del arquitecto al paisaje. Concedo que algunos de sus edificios (especialmente sus puentes) son acrobacias que resisten por igual a la gravedad y el tiempo. / Tomé cañas baratas, vasitos de cerveza fresca por un euro. Hizo calor, hubo sol, lamenté vivir donde vivo, en un lugar caro, frío, poblado de gente lejana, fría. / Fuimos a Sevilla. Cruzamos al barrio de Triana. Había un novenario para la virgen del Rocío, había andaluces de cés latinoamericanas y pantalón fajado: hacía calor. En el Alcázar de Sevilla me maravillaron las geometrías islámicas, los patios romanos pasados por árabe, la infinidad de naranjos envueltos en mármol. / Vi la final de la copa del Rey, vi como el Barça masacró al Athletic, vi como vascos y catalanes pitaban el himno. Leí Anatomía de un instante, de Javier Cercas, leí Hendaya de Marcos Eymar, leí Fabulosas narraciones por historias, de Antonio Orejudo, ya terminé la primera, las otras dos las sigo leyendo como si me negara a terminar las vacaciones: me niego, no he deshecho la maleta, las plantas de toda la casa siguen apiñadas en la cocina en modo vacacional: me niego a regresarlas a su lugar: me niego al modo cotidiano. / Vi Córdoba, quise vivir en la judería de Córdoba, en la calma de su facultad de Filosofía, en la sombra bienhechora de sus patios tapizados de plantas colgantes: leí en la guía que los nómadas de la península arábiga viajaban con sus plantas para transportar con ellos al menos una sensación de hogar: hogar vegetal portátil. / Vi Granada, no pude entrar en la Alhambra pero subí al Mirador de San Nicolás, desde donde la Alhambra juega ping-pong cromático con el blanco total de la Sierra Nevada: en Granada pensé en Lorca, en Córdoba pensé en Góngora, en Sevilla no pensé en nadie por estar baboseando con los bonitos nombres de las calles: La Puerta de la Carne, Agua, Judíos, Pan, Vida. / De regreso, asomado a la ventana del avión, intenté diferenciar el blanco de la nieve de los Pirineos y el blanco de las nubes. Es injusto que ambos, nieve y nube, padezcan la palabra blanco. Porque el blanco de las nubes es aéreo, vence calatravianamente a la gravedad: blanco gordo que flota. El blanco de la nieve en cambio se ha él sí sometido a la fuerza de la gravedad: es un blanco tierra o polvo o fluido granular, no el blanco voluminoso, tridimensional y aéreo de las nubes, sino un blanco suave, líquido: blanco de alfombra de nieve.

domingo, times.square, 9/11/2008/23h55

Tomar un ferry en Staten Island y ver Manhattan acercarse como un transatlántico o una galaxia o una enjambre  millonario donde cada abeja es un personaje de Woody Allen con un foco encendido sobre la coronilla. Ver la estatua de la libertad a la izquierda, de noche, con el brazo en alto y contrastar esa quimera real con las miles de películas en donde se le magnifica con un tamaño mayor al suyo. Tomar el metro sin comprender una J, una R o una W sobre su complicadísima circulación. Descender en Times Square un domingo a media noche, temiendo que no haya nadie y azorándose de su eterno medio día. Times Square empieza tres metros debajo de Times Square, con los locos que pululan en las galerías metálicas del metro: personajes ataviados de girones literarios: personajes que invierten en sombreros, gorros, colguijes, ropa no concebida para vestir: personajes que no necesitan nombre (indios, basquetbolistas, bailarines, vaqueros): su atuendo los representa. / Sacar la cabeza en el mediodía eterno de Times Square. Caminar con la boca abierta y la mirada prendida del cielo. Confundir las fachadas con pantallas de televisión o de cine o de juego de video. El cielo es un anuncio publicitario, los edificios no son arquitectura sino nichos de mercado, la luz es un derroche eléctrico y las aceras un desperdicio: se me va la vista mirando arriba cuando el verdadero espectáculo es bípedo: en una esquina, un marinero, un obrero y un negro de suburbio concentran la atención en los últimos dos minutos de un partido de los Gigantes de Nueva York. Cuando ganan: la esquina se privatiza o se transforma en un sillón dominical de fútbol: los desconocidos celebran no sólo la victoria: tambien la fusión de la intimidad fundida. ¿El marino es en verdad marino, o es un neoyorquino disfrazado de marino? Hanna dice que es un homosexual ofreciendo sus servicios. Times Square es una travestida: el ombligo espectacular del mundo: la fascinación por el derroche, la boca abierta, la bocazas de la riqueza orgullosa de sí misma. El día en que Times Square se acabe será el día en que el derroche no sea posible. Será una lástima: la matemática de bombo y platillo de Times Square demuestra la tristeza del comunismo. / Un hoyo negro de publicidad. La hermana mayor de Las Vegas jugando tragaperras con la bolsa. Una ambulancia a la luz de cuyas sirenas el dinero lo cura todo. Un monólogo millonario. Luces, luces, luces: el teatro del capitalismo, el nada discreto encanto de la acumulación. Y sin embargo ahí están los espacios confundidos: las puertas abiertas: la invitación a subir social y financieramente el rascacielo de cien pisos para realizar el sueño: las puertas giratorias de los edificios no cierran ni en domingo por la noche. En la calle los vendedores ambulantes venden camisas de Obama. Si hace un año me hubieran dicho que algún día añoraría una camisa con el rostro del presidente de EEUU nunca lo habría creído.

sábado, staten.island, 8/nov/08/14h00

Tomé el avión el sábado temprano, sin dormir, rumiando aún la fiesta de la noche anterior. No pegué el ojo no por falta de sueño sino porque la fiesta acabó a las cuatro de la mañana y el acto y efecto de hacer la maleta duró varias horas. Al final, la noche posible se redujo tanto que más valía tomar un baño caliente y dejar pasar su única hora cortándome las uñas de los pies o leyendo la edición especial de una revista dedicada a Obama en vez de arriesgarse a perder el avión durmiendo. Salí de la casa de madrugada, aún no amanecía, hacía un frío que congelaba lengua, palabras y saliva. / Para llegar de mi casa al aeropuerto hay que pasar bajo un puente que salva el periférico. Es una zona de nadie, las putas esperan a sus clientes en camionetas viejas, con una velita sobre la guantera por todo indicador de su profesión. Cuando voy hacia el aeropuerto, ellas representan el último confín de mi barrio: sus escotes saturados de carne saltona son como pañuelos agitando adioses desde el asiento del copiloto: frontera exterior del sentimiento de sentirse en casa. / Llego al aeropuerto de JFK después de haber dormido dos o tres horas. El resto del tiempo lo invierto asomado mirando nubes, temiendo la turbulencia y haciendome falsas ilusiones sobre la comida de Air France. Cuando al fin llega, me siento un simio en el espacio, ejerciendo un acto animal primario (alimentarse) en un medio totalmente inapropiado para tal efecto. Un pelotón de chimpancés alimentándose a diez mil pies de altura: conmovedor. / Viajo de trabajo a EEUU para participar en TAC 2008 (TExt Analysis Conference). Por el mismo precio tomo una semana de vacaciones en casa del Oswaldo en Staten Island. Cuando el avión aterriza bajo un tapete de lluvia espesa (brusqued, movimiento, miedo, azoro)  me preparo psicológicamente para el suplicio de la inmigración. En vano: casi no hay fila, el empleado de inmigración es muy amable: una sola pregunta (buisness travel?): un oficial pura sonrisa, como si EEUU no fuera ya EEUU. / En el aeropuerto no me espera nadie. Paseo en el puesto de revistas para hacer tiempo. El rostro monotemático de Obama cruza de punta a punta todas las portadas, desde Men’s health hasta The Economist. Sólo le falta salir en la portada de las revistas pornográficas. No estaría mal. / Ozwaldo nos lleva a comer a una taquería mexicana denominada El Gallo Azteca. Hay corridos, hay cilantro, cebolla y chila, hay tortillas hechas a mano. Las lágrimas se me salen con la primera cucharada de pancita. Mientras masticamos la pancita, la lengua, el taco entre mexicanos lamentamos nuestro país en llamas. Al observar a los empleados del gallo azteca (el taquero es bajo, moreno, el cráneo ensimismado en una gorra de las chivas) pienso: esta es gente honesta y trabajadora: lo único que quería era vivir honestamente en un país donde los honestos están de más. ¿Está en llamas el país? ¿Son llamas duraderas? ¿Por qué mientras más se incendian más ganas tengo de regresar? Otra cucharada de pancita. Qué rico es regresar a casa.

colonia.de.anatolia (15/08/08/21:40)

Los turcos son gente hospitalaria. Su hospitalidad se declina de mil maneras: simpatía a primera vista, amabilidad con el extranjero, invitaciones para tomar té en esos omnipresentes vasitos con forma de tulipán. Sin embargo el fetiche de hospitalidad turca que mas disfruto es la colonia. Después de comer, junto con la cuenta, el mesero trae una botella de colonia de lavanda que hay que untarse religiosamente con un ademán de dominio público: manos en cuenco para recibirla, frotamiento de palmas para esparcirla y movimiento de brazos para untarla en la frente, la parte posterior del cráneo y el cuello. Desde el autobús hasta el puesto de mejillones callejeros, Turquía huele a hospitalidad de lavanda, limón o frutas del bosque. Además, la colonia funciona como discriminador social: permite reconocer aquellos ingresos percápita mayores a la media, cuyos bolsillos permiten el acceso a perfúmenes de marca y por tanto rechazan con ostentación la colonia que comedidamente les ofrece el hombre.azafata del autobús.

Katha (Anatolia del este/sin.albur/16/08/08/1:37h)

Es de madrugada. Dormimos echados en el balcón porque en el cuarto el calor es insomninsoportable. Junto al hotel hay un taller mecánico. Desde que llegamos, cerca de la media noche, dos mecánicos se afanan por echar a andar un cofre abierto. En un principio los ruidos provenientes del taller eran chasquidos tenues de caja de herramienta: traqueteos metálicos que acompañaban el trino del grillo. / Busco algún culpable para mi insomnio: encuentro sospechosos por doquier: la inacabada indigestión de un kebap de berenjena, el rumor creciente del motor que da los primeros signos de resurrección, los moscos, el calor. / Dejar la playa de Kizkalesi, renunciar al hotelito con aire acondicionado y olimpiadas, al baño diario en el azul mediterráneo, requirió un esfuerzo sobrehumano. Al mediodía tomamos un autobús de la línea Katha Petrol y nos tragamos nueve horas de carretera sentados en un par de asientos que no nos correspondían, y cuyos dueños aparecieron de súbito, dos pueblos más tarde. Ante la imposibilidad de explicarnos en turco, señalamos a los causantes del desaguisado: un hombre mayor con bigotes de pachá y su nieto adolescente, poseedores de billetes con número de asiento idénticos a los nuestros. El ayudante del conductor, hombre maravilla encargado de la hospitalidad (repartidor de té, distribuidor de chorritos de colonia y desfacedor de entuertos aritméticos) resolvió el crucigrama levantando de su asiento a dos niños cuya parentela pretendía disimular que no habían pagado pasaje y evitar nueve horas de niño sobre las piernas. Resuelta la controversia, el hombre maravilla (a quien denominaremos el azafata) procedió a repartir toallitas húmedas: un encanto de hombre. Ahora intercambiamos sonrisas con quienes abtes contendían por nuestros asientos: una pareja turca, él alto, fuerte y espaldón, ella bajita y súbitamente francófona. Rota la barrera lingüística, la chaparrita olvida el desaguisado de los asientos y procede a contarnos a toda velocidad su vida: nació en la zona kurda, a los trece se la llevaron para Canadá, se matrimonió, tuvo una hija, divorció y ahora está de nuevo recién casada con el mastodonte apuesto y monolingüe que la acompaña. / Yo no estaba de humor conversador: el kebap de berenjena se manifestaba con bombo y platillo a lo largo y ancho de mis intestinos, y para colmo la humedad mediterránea había contrariado a mis sandalias de lona, que se vengaban ahora con un anti.aroma fétido proveniente de mis pies. (Paréntesis presente: el coche en que los mécánicos reparaban al fin arranca con un estruendos de feliz.año.nuevo: Hanna sale a trompicones del sueño, levanta la cabeza, escruta el hotel, el paisaje, la terraza y pregunta: ¿encima tenemos que pagar por esto?) Cada que el azafata pasaba para rociarnos de colonia, yo fingía el ademán con que los locales se la untan en frente, cráneo y cuello para bajar con urgencia las manos y aliviar con unas gotas la hediondez de mis pies. Mientras tanto, Hanna conversadora confiesa en profundidad a la kurdo.canadiense: ¿a qué te dedicas? Soy trabajadora social. ¿Y tu marido ya tiene papeles? Están en trámite. ¿Ya conoce Canadá? No, nunca ha ido: nos conocimos por internet. ¿Y a qué se va a dedicar allá? Primero, lo voy a poner a trabajar en la construcción, en lo que aprende inglés: después lo voy a meter a trabajar en la policía: siempre me han encantado los policías. Desde el berenjenal de mi indigestión, los imagino desnudos, haciendo el amor entre macanas, kepís y esposas de metal redondo.

volibol en kizkalesi, 15/08/08/13:45

Días dulces junto al mar. La costa turco.mediterránea, casi esquina con Siria, se ofrece al agotamiento del viajero con la benevolencia de una hamaca de agua. El Castillo de la Muchacha es la estrella flotante de la playa de Kizkalesi: brota de pronto de en medio del mar: como propulsado por cimientos flotadores. / No hay un solo extranjero en el pueblo: puro vacacionista turco: familias reunidas en torno a interminables partidas de Rumyk, interrumpidas apenas por la intervención esporádica del vendedor ambulante de mejillones rellenos. / Hay un torneo de volibol playero, deporte que anteayer yo despreciaba por considerarlo un cuasi.concurso de belleza que sintetizaba perfectamente la banalidad de cierto espíritu playero: un no.deporte, primo hermano del jet.ski. Pero luego, observando a las jugadoras, descubrí que los equipos de volibol playero son microcosmos emocionales donde lo que en verdad se juega es la bi.comedia humana de la pareja. La pareja moldava, por ejemplo: colérica la una, cada punto perdido se traducía en reproches y gritos contra el mundo en general y su compañera en particular, misma que a veces, cuando los decibeles del reclamo desbordaban la arena del vaso de su paciencia, se sumía en una ira silenciosa de mineral ofendido, de donde no había gesta deportiva que la arrancara: la exasperación de quedarse voleando, gritando, lamentándose sola desesperaban a su compañera hasta el perdón, que la otra mula tardaba en conceder. Uno pensaría que las rumanas que tenían enfrente, guapas, ágiles, cordiales en el acierto como en el fallo, aprovecharían el encono de sus contrincantes para hacerse con la victoria. Pero precisamente por eso, por ordenarse de dos en dos, el volibol playero se parece más al matrimonio que al deporte: esa animadverción profunda, sólo posible entre enamorados de largo plazo, es más resistente, más tensa, más duradera que el cariñito cordial y oportunista de los apasionados: tras gritos y sombrerazos, ganaron las moldavas. / Las rumanas se enjuagan la arena en las aguas vespertinas de Kizkalesi. Se bañan en silencio, cada una por su lado. Tras la derrota, las imagino nadando en preguntas matrimoniales: ¿seguir, cortar, cambiar? /Kesto ke lotro, mañana salimos para el monte Nemrut.

mezquita de rustempasha.estambul/17/ago/08/sin.acentos

no es de extraniar que una religion que prohibe la representacion a traves de las imagenes adore la palabra escrite y corone con ella sus altares. Se prohibe representar al hombre porque la forma humana es insignificante: es el lenguaje quien le da la humanidad al hombre y lo separa de las bestias: la forma humana, inasible, cambiante, permanentemente envejeciente, es una mentira: la materia mas constante del hombre son las palabras que lo habitan, mismas que Ala pronuncio al crearlo: la lengua es un contrato entre Ala y el hombre: yo te arranco del reino animal con un verbo, tu me debes (adorar glorificar obedecer y ocasionalemente manipular) la conciencia de tu divinidad. / Los infinitos mosaicos que decoran Rustempasha estan cargados de verbos, de nombres, de vocales y de acentos. Las incontables formas geometricas que guarecen las palabras (estrellas, curvas, dodecaedros, flores= son como una jaula preverbal, a.linguistica, abstracciones azules que se repiten a si mismas al tiempo que se diferencian del resto de azulejos de la mezquita: son la jaula donde Ala encierra al lenguaje antes de abrir la reja que y entregarselo al hombre. Los versos coranicos se escriben, se leen, se repiten en espacios clave: lugares de alta concentracion significativa: sobre el altar que indica la direccion de La Meca, en torno al radio de la cupula de donde pende el candelabro de bulbos concentricos que alumbra el rezadero, o sobre las ventanas por donde pasa la luz del sol. El islam es una religion sin muebles, sin virgenews, sin apostoles, un vacio material con apenas paredes, alfombra y altar: decoracion minimalista para los dos actores del monologo: Ala y la lengua. / Por las ventanas de esta mezquita impresionante se cuela el azul liquido del Bosforo: el mar es un rec uadro mas en el mosaico. / Un aparte menor de la mezquita esta reservada para las mujeres, que apenas entran. Durante los rezos suele haber solo hombres. El islam necesita brazos partidos: Ala prefiere en primera fila la voluntad obsecada de los hombres: para que?

tumba.de.soliman.estambul.12.08.08/sin acentos

Primero, los poliedros piramidales coronados por un turbante de algodon celestial en donde yacen los restos oseos de algunos sultanes turcos. Soliman El Magnifico (conquistador de Jerusalen, constructor de mezquitas, inventor de leyes), el mas alto de entre ellos. Las tumbas se encuentran en el interior de un edificio octogonal con domo, algo parecido a un baptisterio cristiano > cementeripsterio. El anverso del domo ha sido pavimentado con un material color terracota (ceramica? ladrillo?). Talladas sobre dicha superficie hay formas geometricas dispuestas con delirio simetrico > el delirio fertil de los sometidos a alguna restriccion, en este caso la islamica de no representar la imagen, las facciones, los bigotes de lo divino > los artesanos otomanos evadian tal censura conformando esas meditaciones geometricas que hoy llamamos arabescos, mantras figurativos que se prestan al delirio verbal de hipo.narciso > deliranteptisterio. / Ocho arcos ojivales sostienen el domo. De los arcos penden medallones de porcelana que no penden > son mosaicos, medallon y porcelana fundidos > la circunferencia del medallon encierra el nombre de Dios y sus parafrasis infinitas > Ala el grande, el misericorde, el inconmensurable, el gran etcetera. / Hace diez anios visite este lugar. Que ha cambiado? En el monumento nada, pero si en sus visitantes > su envoltura tecnologica no es la misma > el ademan vouyeur de antanio, consistente en asomar el ojo por un recuadro para fotografiarlo, ha sido sustituido por una especie de falso encuadre cinematografico de las camaras digitales. Y ni hablar de las italianas que responden su telefono dentro de la tumba para escupir no me lo vas a creer, estoy en Estambul, en la tumba misma de los sultanes > como si no nos hubieramos dado cuenta > los muros han sido partidos por la mitad con un cintillo azul contenedor de una frase de 360 grados, seguramente una sura del Coran, escrita en una curva infinita con rectas, vueltas y tridentes caligraficos perturbados por puntos, comas y acentos aereos > puntuacion para nosotros > vocales para ellos. / Mientras yo escribo estas barbaridades en el diario con la pluma fuente que ella me regalo, Hanna transcribe en su diario la linea recta, sinuosa y pirotecnica de la caligrafia arabe > somos artesanos del turismo > permutamos la camara digital por un cuaderno.

acuérdate de acapulco

–> La ventaja de vivir en un país como México, en donde el Estado se debate entre ser un organismo concentrador de la riqueza y una organización criminal más, es que cualquier actividad decente representa una forma de resistencia. / La presentación de Musofobia en Acapulco fue cortesía de los simpáticos y energéticos amigos del Conectivo Cultural La Tarántula Dormida; al ver la ceiba tropical de la foto me acuerdo del aguachile del restaurante El Buzo, de las pescadillas cerveceras en la playa, del impulso marítimo de la banana deslizándose sin.albur sobre la bahía y estas mis pupilas de oficinista se llenan de lágrimas. En la foto, Paul Medrano, Carlos F. Ortiz y Jeremías junto a la ceiba centenaria en la Casona de Juárez donde presentamos muso.fobia. Después de la foto, fragmentos de los super.textos que leyeron Paul y Carlos en la presentación.

Todas las fobias caben en una novela
Carlos F. Ortiz

Sábado, Acapulco.terminal.centro (19/abril/08/ 16:00) Paul me ha entregado la novela de Jorge Harmodio, Musofobia. Estoy a punto de tomar el autobús con rumbo a la calurosa ciudad de Atoyac. Como es costumbre han vendido boletos de más y hay personas paradas en el pasillo. Reconfortante me explayo en mi asiento, saco la novela de mi mochila, la desnudo de su plástico, huelo delicadamente su bello aroma a papel, a tinta, a libro nuevo. Me encuentro apunto de comenzar a leer el libro, cando veo una mujer de edad avanzada, una adulta mayor como es lo políticamente correcto que se le debe de llamar a una ruca de más de 50 años. Le cedo mi asiento en una arranque de caballerosidad, sin un gracias joven, ni una pinche sonrisa. Así que he tenido que viajar por dos largas, largísimas horas a pie.
En el camino me voy preguntando ¿Qué diablos es la musofobia?

Sábado, atoyac.calor.insoportable (19/abril/08/ 18:15) En el Diccionario Práctico de la Lengua Española, que tengo en el cuarto de mi mujer no encontré ninguna definición. Me he quedado con la duda. También sufro de fobia hacia los roedores. He leído el cuento de Fractura doble, se me hace un gran cuento, me he reído mucho, se lo he dado a leer a mi coamante (chingaos me ha gustado esa palabreja), también le ha gustado.

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Musofábulas de un amante amateur
Paul Medrano

El mundo se divide en dos: los que aman y los que no son amados. Bajo esta premisa se puede plantear una subclasificación infinita de las situaciones humanas.
Quien ama es inmune a las crisis sociales, económicas y morales. Nada ni nadie puede quebrar su alegría. Mejorará su desempeño laboral como nunca. Motivará su imaginación y por ende, se enamorará de muchas cosas: del amanecer, de una canción, de una calle, de su trabajo, de un libro, de un aroma, de un punto geográfico.
El que ama es invulnerable, como si de la noche a la mañana fuese sumergido en el río Estigia. Pero tendrá un punto débil, su talón de Aquiles, que es nada más y nada menos que el receptario de todo su amor.

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fontenay.aux.roses, 13:27h

De regreso en la oficina. En París brilla un sol senegalés que extraña y pone de buenas a los citadinos. Vengo como el navío: cargado cargado cargado de. ¿De? Emociones, libros, planes, intenciones, presentaciones, ganas de futuro, gente. Estuve en Oaxaca, en el encuentro organizado por Almadía, presentamos la Trynología, hubo mesas, discusiones, cenas deliciosas, borracheras. Con los pies en Oaxaca sentí la inminencia del regreso: este es tu país, aquí perteneces, de aquí eres: vente. / Todo se mezcla en el recuerdo y se enreda entre los dedos y el teclado a la hora de escribir: el bastón balzaciano de Alberto Chimal, su tono de voz dulce, su lucidez crítica, sus lecturas infinitas; el taller de ensayo de Heriberto Yépez, el impulso chamánico con que nos confrontó al sub.hipo.inconsciente y nos enseñó a enunciar(nos) en.oposición.a; el entrañable Martín Solares con su dínamo literario y su hormona sintetiza.cafeína desayunando en la terraza del Hotel Victoria con el horizonte oaxaqueño en la mirada; Guillermo Fadanelli apareciendo y desapareciendo como un cometa caballeroso, lúcido y extremo. Luego el D.F. y sus tumultos, sus embotellamientos, sus explosiones emotivas. Tanto de todo. Falta contar la presentación de Musofobia. Poco a poquito: quedémonos con un momento diagonal aparte. / Llueve a cántaros en Oaxaca. La mesa donde estará Elmer Mendoza se anula. El encuentro de escritores sucede al aire libre, frente a la Facultad de Derecho de la UABJO, justo donde el año pasado había una barricada, aquella violenta, esta literaria, ambas resistentes hasta cierto punto: no al agua: el agua arrasa con todo: hasta con los conferenciantes. Algunos nos refugiamos en el Burger King: Tryno, Fabrizio Mejía, Hanna. Tenemos los pies mojados, la lluvia ha indigestado las alcantarillas y ahora riverifica las calles: la ribera.acera también se inunda: en el Burger King no sirven cerveza (la caja registradora está inundada): espera. Durante la espera, un comunero se acerca a Fabrizio: le entrega un fólder: Fabrizio escribe algo sobre la mesa. Me acerco para burlarme de lo que supongo que es un autógrafo (1: preparar la burla: «dando autógrafos en el Burger King», 2: reprimirla al darme cuenta de que no es un autógrafo: son consignas agrarias: el comunero le ha pedido que al escritor que componga arengas agrarias para imprimirlas e impresionar al candidato de turno en su visita al ejido. La estampa me fascina: arengas agrarias en la hamburguesería: el cielo cayéndonos encima: poesía revolucionaria de tormenta y Burger King.